domingo, 22 de marzo de 2015
De marcas y olvidos
Esta
semana una situación, en apariencia frívola, me asaltó el pensamiento con aires
de inquietante preocupación.
Con
unos amigos conversaba sobre el tema que, vaya tragedia, ocupa buena parte de
nuestra atención: que si donde el chino de la calle 18 llegó papel higiénico,
que si yo te aviso si hay mayonesa en Garzón, que si te cambio un paquete de
pañales por 4 jabones de baño. En eso se nos iba la conversa entre sorbos de
café en una de las últimas tardes lluviosas y taladrantemente frías que nos ha
tocado vivir en Mérida, en este marzo de eclipses y ensayos de defensa ante invasiones
imperiales.
En
un momento de la conversa, alguien preguntó por una marca específica de crema
dental, que no la omnipresente Colgate, que, por imposición de la escasez, es
la única marca visible en el mercado.
“Esa
otra que a veces traía tres colores. Vamos, chico, esa que era tan famosa como
Colgate… A pues!...Esa otra crema… ¿No se acuerdan?...”
Los
compañeros de mesa en el café nos miramos como aturdidos. Era cierto que
Colgate no fue la única pasta de dientes que existía en el mercado. Eso quedaba
claro. Era evidente que hubo varias marcas.
Uno
del grupo creyó dar con la respuesta: “Ah claro, tú hablas de Pepsodent”, dijo
no tan seguro de su hallazgo. Todos miramos a nuestro interlocutor y este
afirmó: “Claro que Pepsodent también existía y era bastante buena. Pero esa no
es la marca que yo digo, sino la otra…Esa famosa”.
Otra
vez nos vimos todos a la cara, con unos ojos como los de aquel marido que ha
cometido el desatino de olvidar el día de cumpleaños de su esposa.
Cada
quien tomó un sorbo más de café como si esa acción fuese suficiente para agitar
la modorra de las neuronas y reactivar pensamientos perdidos. Otro tomó la
palabra con una sonrisa de triunfo y alivio que nos contagió a todos.
“Listo
– dijo convencido – Tú te refieres a Oral-B. Esa es la marca”. El amigo que
hizo la pregunta inicial sobre la famosa crema de dientes se quedó callado. Duró una eternidad.
Lo miramos fijamente, esta vez para apurar una respuesta necesaria que aliviara
las tensiones.
“Aja,
¿entonces en esa…Oral-B?”, pregunté. Pero nuestro amigo negó con la cabeza.
“Esa no es. Era la otra crema, aquella que cuando no había Colgate, o tu no
querías la Colgate, comprabas esa”, dijo algo molesto por nuestra poca
capacidad en el reto de la memoria.
Algo
me decía que el olvido que nos tomó a todos por sorpresa no tenía nada que ver
con nuestros cuarenta y dele. Es decir, no era obra del calendario. Algo pasaba
y ese algo no era nada normal.
Decidimos
hacer un último esfuerzo. Cada uno miró a lo lejos, en un intento por buscar pistas fuera de
allí. Miramos al cielo nublado, a la montaña entre neblina, a los carros en la
avenida. Miramos y no miramos, porque lo queríamos era recordar la esquiva
marca de crema dental cuyo nombre todos teníamos en la punta de la lengua pero
que por alguna razón no atinábamos a pronunciar.
En
ese momento llegó la cuenta. Pagamos y nos levantamos. Otros esperaban la mesa.
Salimos
caminando del café sabiendo que ese olvido colectivo indicaba que estábamos en
otro momento. En otro tiempo. Que de apoco muchas cosas, estúpidamente
cotidianas, se borraban porque hacía rato, mucho rato, no las veíamos. Marcas,
sí, pero que indicaban el tamaño del problema de escasez que estábamos
viviendo. Una etapa larga y sin señales de mejora.
Me
monté en el carro, lo encendí y de repente, así como en una publicidad
escandalosa con dentaduras blancas y brillantes por todos lados, modelos
sonrientes y hasta extraños arcoíris de colores escarchados, me vino a la memoria la imagen de la crema dental
que nos había descompuesto la tarde. Me bajé y me asomé para ver si mis amigos
aún andaban por allí para darles el nombre del dentífrico extraviado en nuestra
memoria…Pero ya todos se habían ido.
Arranque
en medio de la llovizna con la convicción de que daba igual recodar o no la
famosa marca dental. Además para qué mortificar a mis amigos si al final
prevalece la filosofía de aquel borrachito arengando a la gente frente al
supermercado…”Pero para qué se estresan, si lo único que podemos hacer es comprar
lo que “haiga”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
todos ustedes queridos lectores podran hacer sus comentarios y criticas constuctivas